La mayoría de nosotros hemos oído hablar acerca de las personas tóxicas, pero pocos están familiarizados con el concepto que hoy analizamos: las emociones tóxicas. ¿Qué son? ¿Cómo las podemos combatir y transformar para mejorar nuestra vida?

Nuestro día a día está repleto de emociones, positivas y negativas, y todas ellas son tendentes a convertirse en tóxicas si intentamos reprimirlas o guardarlas. Estas emociones pueden ser el miedo, la ansiedad, la rabia, la envidia, etc. Cuando alguna de ellas aparece y las ocultamos, con algunas personas, el cerebro intenta avisar de su existencia afectando físicamente a alguna parte del cuerpo.

Sin embargo para otras personas, al guardar todas sus emociones, sobre todo las negativas, creen que no tienen derecho a expresar lo que sienten o lo que desean derivándolas a un estado físico y psíquico enfermizo.

Las emociones tóxicas más comunes

Una de las emociones tóxicas más conocida es la ansiedad tóxica. Todas las personas tienen una presión básica, pero cuando está se excede se provoca un trastorno de ansiedad. Una característica importante de esto es el pesimismo, siempre se ve el final de todas esas preguntas y dudas de manera que el cuerpo entre en estado de taquicardia, resfriados, mareos… El cuerpo está avisando de que hay una preocupación y que esta es tóxica.

Otra emoción tóxica es la angustia. Esta es buena frente a situaciones de desafíos pero si es permanente se convierte en tóxica. Muy parecido pasa con la envidia, una emoción que visto desde fuera parece normal pero en realidad es una emoción de deseo incontrolado.

Cómo combatir las emociones tóxicas

Para vencer estas emociones tóxicas lo mejor es tener conciencia de que existen y que afectan indirectamente. Algunas de las recomendaciones son:

  • Apartar un tiempo delimitado para preocuparnos. Es muy útil apartar durante una hora al día para pensar exclusivamente en aquello que sea una preocupación e intentar solucionarlo, pero cuando ese tiempo se acabe, también se acabó el pensar en ello. Integrar esa actitud de delimitar las preocupaciones facilitará el descanso psicológico de la persona durante el resto del día.
  • Poner en palabras lo que sucede. Lo mejor es hablar con otras personas para poder poner en orden la mente. Esta conversación permite desahogarse y ordenar pensamientos. Aunque también es bueno hablar con uno mismo, con confianza para ayudarnos a entender cómo queremos seguir.
  • Proporcionarnos buenas expectativas. Esto se consigue convenciéndonos de que podemos dar mucho más de lo que estamos dando como personas.Si nos atascamos en la imposibilidad y la limitación se evitan esas buenas expectativas y las capacidades de ser mejores personas más fuertes y capaces se pierden.
  • Huir de la insatisfacción crónica. La insatisfacción es algo bueno si la empleamos en un sentido positivo para llegar a una meta u objetivo. Lo más importante para hacerla desaparecer es tomar conciencia y saber decir no a esos pensamientos que provoca.
  • Dejar lo que pasó en el pasado. Las emociones están condicionadas por aquello que pasó anteriormente y de ahí aparecen muchas emociones tóxicas. Hay que recordar que lo importante es el presente y el futuro y no condicionar los pensamientos al pasado.
  • No cambiar todo, cambiar pequeñas cosas. Al intentar huir de las emociones tóxicas se tiende a cambiar de manera drástica muchas conductas de la vida pero estos cambios se realizan paso a paso. A veces los grandes problemas tienen soluciones sencillas y un pequeño cambio es suficiente para crear una metamorfosis.

Estos pasos nos pueden ayudar en el día a día para combatir las emociones tóxicas, pero lo más importante de todo es reírnos de nosotros mismo. La risa es terapéutica porque activa el sistema inmunológico. Por eso las emociones tóxicas necesitan del buen humor para desaparecer y darnos fuerza para superar las obcecaciones innecesarias.