Todos hemos perdido oportunidades por no tener la confianza o la seguridad que nos hubiera gustado. Yo el primero. De hecho, la mayoría de las personas ha sentido inseguridad, miedo y falta de confianza en algún momento de su vida.
La falta de confianza y seguridad en uno mismo es una de las emociones más habituales en los seres humanos. Esto se traduce en un miedo que nos impide salir de nuestra zona de confort y conseguir aquellas metas que nos hemos propuesto. En definitiva, nos impide ser aquello que queremos ser.
La falta de confianza limita nuestro potencial y nos impide alcanzar metas y objetivos más grandes. Por lo general estas emociones negativas parten de nuestra propia mente, que ha sido entrenada desde nuestro nacimiento para sabotearnos y mantenernos en nuestra zona de seguridad.
Pero la noticia positiva es que nuestra mente también se puede reeducar para conseguir el efecto contrario. En este artículo vamos a ver algunas estrategias que puedes seguir para mejorar tu nivel de confianza y seguridad. En la parte final del artículo vamos a ver algunas fórmulas para modificar esos pensamientos dominantes para que tengas la capacidad de conseguir el objeto del propósito definido de tu vida.
Una vida a tu medida
Piensa cómo es un día actual en la situación en la que te encuentras de baja autoestima. ¿Eres capaz de saltar al vacío y luchar por aquello que quieres? ¿Cuántas oportunidades se te han escapado por falta de confianza en ti mismo o en ti misma? ¿Tiemblas cada vez que tienes que descolgar el teléfono para realizar una llamada profesional? ¿Cuántas oportunidades sentimentales se te han escapado por tu inseguridad a la hora de acercarte a la persona que te gusta?
Ahora hagamos el ejercicio contrario.
Cierra los ojos. Intenta imaginar cómo sería tu vida si de repente desaparecieran todos tus miedos. Imagina que te enfrentas sin temor a todos los obstáculos que se presentan en tu vida, que puedes acercarte a personas desconocidas y hablar cara a cara con ellas, que sales a la calle con una sonrisa dispuesto o dispuesta a comerte el mundo.
Suena fantástico, ¿verdad?
Pues todo esto está al alcance de tu mano si cambias tus hábitos y, sobre todo, si entrenas a tu mente para alcanzar un nivel superior de conciencia y, en consecuencia, de confianza y seguridad.
Tener más confianza no solamente repercute de manera positiva en tus relaciones personales o en tu vida profesional, sino que también impacta de manera directa en tu calidad de vida y en tu bienestar, por lo que mejorar tu seguridad te permitirá conseguir más cosas y además vivir más feliz.
Inseguridad y miedo: una ecuación que debes romper
La falta de confianza y seguridad tiene mucho que ver con el miedo. Cuando estamos ante un peligro real para nuestra vida, como una catástrofe natural, un asalto o cualquier otra situación límite, sentimos un miedo absolutamente real y genuino porque nuestra vida está en serio peligro.
En estos casos, el objetivo de nuestra mente es ponernos a salvo para que suframos el mínimo daño posible, tanto físico como psicológico.
Cuando actuamos con falta de confianza, nuestra mente nos proyecta un estado de miedo muy similar al que hemos relatado. El simple hecho de acercarnos a una persona que nos gusta, hablar con un desconocido, hablar en público, emprender un negocio o hacer algo nuevo por primera vez provoca en nuestro cuerpo una reacción similar.
Los síntomas son muy parecidos en ambos casos: comenzamos a temblar, nos sudan las manos, las palabras salen de nuestra boca de manera torpe, el corazón nos late a 1.000 revoluciones…
En este segundo caso no existe un riesgo real para nuestra vida, sin embargo nuestro cuerpo responde de la misma manera. El motivo es que nuestra mente, que de manera errónea confundimos con nuestra personalidad y nuestra identidad, nos sabotea con creencias limitantes que ha ido acumulando a lo largo de los años.
Pensamientos del tipo “no podré conseguirlo”, “no soy lo suficiente para él o para ella”, “jamás seré capaz de hacerlo” o “no estoy preparado o preparada para dar el salto” nos proyecta un miedo al fracaso que es fruto de nuestra propia inseguridad y falta de confianza.
De hecho, lo más habitual es que ni siquiera tomemos acción. ¿Te imaginas cuántas oportunidades has dejado escapar por ni siquiera intentarlo? Pues bien, tu mente quiere que no actúes, que te mantengas a salvo en tu zona de seguridad.
Quiero que pienses una cosa, ¿qué es lo peor que te podría haber pasado? ¿Realmente habrías corrido un riesgo real por acercarte a la persona que te gusta, hacerte el corte de pelo que deseabas, emprender el viaje de tus sueños o llamar a esa persona que podría haberte abierto una nueva puerta en tu carrera personal o profesional?
¿Qué es lo peor que te podría haber pasado? ¿Tu vida habría corrido un grave peligro?
Ahora quiero que pienses lo contrario. Imagínate a ti mismo o a ti misma si hubieras tenido la confianza suficiente para acercarte a esa persona que te gusta, para disfrutar plenamente de ese viaje, para vestir o para llevar el pelo como quieras o para derribar muros en el plano profesional. Serías libre. Y tu vida se habría elevado a un nivel infinitamente superior.
El miedo limita tu potencial. Todos tenemos miedos en mayor o menor medida: miedo a morir, miedo al fracaso, miedo a hacer el ridículo, miedo al rechazo… incluso miedo al éxito. Lo realmente importante es que ganes la confianza suficiente en ti mismo o en ti misma para que afrontes esos miedos.
Cuando lo hayas conseguido no significará que el miedo haya desaparecido, pero serás capaz de actuar a pesar de sentirlo.
Cuando tengas la seguridad suficiente en ti y entiendas que estás muy lejos de sufrir un riesgo real para tu vida, todo será mucho más fácil. Sentirás que te has descargado la mochila que desde hace años te impide salir de tu zona de confort y vivir la vida que realmente quieres vivir.
Motivos de la falta de confianza
La falta de confianza y seguridad es fruto de múltiples motivos, algunos de los cuales ya hemos visto de manera superficial. Veamos ahora los más frecuentes con un poco más de detalle.
1. Creencias limitantes
Como hemos dicho, nuestra mente se ha ido formando a lo largo de los años con ideas y creencias negativas que proyectan en nuestros pensamientos imágenes de carencia y miedo que terminan por provocarnos dolor. Es ese cuerpo-dolor el que nos habla sabiamente Eckhart Tolle y que nos hace profundamente infelices.
Nuestra mente está continuamente generando pensamientos, un flujo incesante que no para de proyectar miedo y que nos impide avanzar. Aunque los expertos no se ponen de acuerdo, se calcula que un ser humano tiene de media unos 50.000 pensamientos al día, y qué más de la mitad de ellos son negativos (he llegado a leer cifras que van hasta el 85% de pensamientos negativos).
Más de la mitad de nuestro tiempo nos estamos diciendo a nosotros mismos: “cuidado”, “no hagas esto”, “da marcha atrás”, “esto no es lo tuyo”.
Estos pensamientos suelen tener su origen en experiencias pasadas. Además, la mente selecciona los recuerdos negativos para ahorrarte sufrimiento en el futuro.
Imagina que eres un jugador de fútbol. Tienes una carrera impecable, eres el delantero estrella de tu equipo, has marcado decenas de goles… pero justamente fallas la ocasión que le podría haber dado el título a tu equipo.
Tu mente almacenará este recuerdo de fracaso y te lo recordará cada vez que considere oportuno, impactando negativamente en tu confianza. La próxima vez que te enfrentes a una situación similar, tu mente rescatará de su disco duro aquel gol que fallaste y pondrá a prueba tu confianza. Si fue un penalti, te dirá: “deja que lo lance otro compañero porque si vuelves a fallar vas a pasar por un estado de sufrimiento que ya has vivido antes y que es mejor evitar”.
La confianza, tal y como yo la entiendo, es afrontar de nuevo esa situación aunque tengas miedo y demostrarte a ti mismo o a ti misma que tú tienes el control de tus emociones.
2. Te pones en lo peor
Muy relacionado con lo anterior encontramos el pesimismo o la continúa creencia de que todo va a ir mal. ¿Cuántas veces te has sorprendido diciéndote palabras como “me va a salir mal”, “no lo voy a conseguir”, “nunca aprenderé a tocar este instrumento”, “se me dan fatal los idiomas”, “seguro que perdemos el partido”, “me van a despedir”…?
Cuando eres pesimista no solo reduces tu rendimiento, sino que también provocas que se cumplan esos pensamientos negativos. Si cuando estabas aprendiendo a montar en bicicleta te repetías una y otra vez “me voy a caer, me voy a caer, me voy a caer”… efectivamente, al final te caías.
No hace falta que te diga que el pesimismo no es la mejor manera de tratar tu falta de seguridad o de confianza. Si eres pesimista vas a conseguir peores resultados y tu rendimiento va a disminuir de manera notable.
Además, tu lenguaje corporal va a transmitir que no tienes confianza en lo que estás haciendo. Pero esto también se puede trabajar.
¿Cómo tener más confianza y seguridad en ti mismo?
Como venimos diciendo desde el principio, la seguridad y la confianza son aspectos que se pueden mejorar si llevamos a cabo una serie de acciones encaminadas a transformar nuestra mente y nuestros pensamientos.
También existen otros métodos externos y superficiales que no afectarán a tu yo interno, sino a aspectos meramente visuales y corporales, pero que también son importantes para que incrementes tu confianza, sobre todo en los primeros momentos de este desarrollo.
No esperes a sentirte confiado
Este es uno de los consejos más potenciadores porque te hacen tomar el control sobre ti mismo. Uno de los principales errores es esperar a tener un absoluto control sobre cualquier disciplina para tomar acción.
En el caso de la confianza y la seguridad, es mucho más importante tomar acción aunque sientas que todavía no te has liberado de tus miedos. Como te decía antes, todos los seres humanos hemos sentido miedo en algún momento de nuestra vida, pero lo realmente importante es nuestra reacción o nuestro comportamiento ante ese miedo.
Tu mente, esa gran saboteadora, te hará pensar que nunca estás preparado o preparada para dar ese paso. Te seguirá diciendo “espera un poco más”. Pero aquí lo realmente importante es tomar acción aunque sientas que no estás lo suficientemente preparado o preparada.
Procura separar tus actos de tus emociones para no verte contaminado por ellas. Tu mente y tus pensamientos, que solo viven en el pasado y en el futuro, huyen del momento presente y te instalan en esa zona de seguridad que te impide avanzar. Actúa a pesar de tus emociones. No esperes a estar preparado para hacerlo.
Volvamos al ejemplo de montar en bici. ¿Realmente esperaste a vencer tus miedos a caerte para comenzar? Estoy convencido de que no. Seguramente algo dentro de ti te decía que podías caerte y hacerte daño, pero eso no te impidió subirte a la bicicleta, empezar a pedalear y vencer tus miedos.
Seguramente por el camino hubo dolor, hubo sufrimiento, hubo daño, pero la recompensa final siempre es mucho más positiva. Cuando te sientas paralizado por este principio, piensa en este ejemplo y sigue adelante.
Actúa
Este consejo está muy relacionado con el anterior. Si has leído más artículos en mi blog sabrás que tomar acción es uno de los principios que considero más potenciadores. Siempre que puedas, actúa, actúa, actúa.
¿Tienes delante a la persona que te gusta y te da miedo acercarte? Actúa. Comienza por algo pequeño, di un simple “hola”, sonríe.
¿Te gustaría comenzar un nuevo proyecto pero estás paralizado o paralizada porque no tienes los conocimientos suficientes o piensas que te vas a ir mal? Da el primer paso, toma acción, ponte marcha.
No te compares
Uno de los mayores errores que cometemos es compararnos con otras personas que consideramos exitosas. Llegado este punto lo que tienes que hacer es amarte a ti mismo y darte cuenta que cada día mejoras un poco, que cada día das un paso en la buena dirección.
Si admiras a alguien, está bien, analiza lo que hace, tómalo como modelo, intenta seguir sus pasos para alcanzar ese nivel de excelencia que te gustaría alcanzar. Pero no compitas, no se trata de luchar por llegar el primero a la meta, sino de disfrutar el camino y aprender al mismo tiempo.
Y no quiero decir con esto que la competitividad sea negativa, más bien todo lo contrario. Es bueno plantearnos retos, superarnos a nosotros mismos, querer mejorar en todas las facetas de la vida. Pero una competitividad excesiva o mal entendida puede llevar a la frustración y acaban dones el camino de crecimiento que has emprendido.
Todos debemos entender que cada uno de nosotros es diferente. Tenemos cualidades diferentes, capacidades diferentes y también objetivos diferentes. Trabaja para mejorarte pero no compitas con nadie. Trabaja en tu autoestima y utiliza el ejemplo de las personas que admiras como motivación y como impulso para seguir creciendo.
Cuida tu imagen corporal
Este es uno de esos consejos menos profundos en cuanto a la transformación interna que buscamos, pero el impacto puede ser muy positivo. Nos guste o no, nuestra imagen repercute de manera directa en nuestra autoestima, por lo que cuidarla puede darnos ese impulso que necesitamos para incrementar nuestra seguridad y nuestra confianza.
Del mismo modo que cuando nos vemos mal y estamos descontentos con nuestro cuerpo sentimos complejos e inseguridades, cuando aceptamos nuestro cuerpo, mejoramos nuestro estilo y estamos satisfechos con nuestra apariencia física, tanto en la parte corporal como en la vestimenta, nuestra seguridad aumenta de de manera automática.
Nuestra imagen corporal repercute de manera directa en nuestra autoestima, que no es más que la valoración o la imagen que cada persona tiene de sí misma. Por lo tanto, si mejoramos nuestra imagen y estamos satisfechos con lo que vemos en el espejo, tanto a nivel interno como externo, nuestra confianza se incrementará de manera paralela.
Así, preocuparnos por cuidar nuestra apariencia es un elemento clave para incrementar nuestra autoestima. Además,sus efectos son casi inmediatos y tienen un doble impacto en nuestra confianza, ya que no sólo nos vemos mejor a nosotros mismos, sino que los demás también nos perciben con mayor valor y esto, a su vez, incrementa aún más nuestra autoestima.
Cuando hablamos de mejorar nuestra imagen corporal no solo nos referimos a la parte material, es decir, a nuestra ropa o a nuestro propio cuerpo, sino también a nuestros gestos y a nuestra comunicación no verbal.
Se dice que el 93% de la comunicación es no verbal. Y es que, lo queramos o no, estamos continuamente comunicando. Lo hacemos con nuestros movimientos, nuestros gestos, nuestra postura corporal… simplemente la forma de estrechar la mano puede comunicar mucho más que todo lo que has dicho con las palabras.
Por ese motivo es fundamental que cambies también tu actitud y tu presencia. Camina con la espalda erguida, mira a los ojos a las otras personas, sonríe, estrecha la mano con firmeza, mantén una postura abierta…
Si realizas cambios en tu cuerpo, en tu forma de vestir, en tu manera de relacionarte con los demás, en tu lenguaje corporal, etcétera, los resultados son incalculables. Pruébalo.
Cambia tu forma de pensar
Está bien, lo has probado todo, has realizado mil y un ejercicios para ganar confianza pero en tu mente sigue faltando seguridad. Es hora de hackear sistema interno y reprogramar tu mente para sentirte más atractivo en todos los sentidos.
Como decía anteriormente, nuestra mente está repleta de creencias limitantes que hemos ido almacenando a lo largo de los años y que nos sabotean continuamente. Por mucho que queramos, esas creencias terminan apareciendo, impidiéndonos ser nosotros mismos.
Para ganar confianza lo primero que debes hacer es eliminar esas creencias limitantes. Antes que nada localiza esas creencias, obsérvalas e intenta encontrar cuál es su origen.
Muchas de estas creencias a menudo son simples creaciones mentales que no tienen un sustento en nuestro pasado y otras veces se deben a comentarios que nos han hecho, a opiniones infundadas de otras personas o a vivencias negativas que nos han marcado. En todos esos casos podemos darle la vuelta a la situación.
Como decía, localiza esa creencia limitante, intenta encontrar su origen y piensa en todas las veces que has sido capaz de verte a ti mismo haciendo eso que pensabas que no podías hacer. ¿Creías que no podías hablar en público? Cierra los ojos e intenta recordar esas veces que tuviste que hacer una exposición en la universidad o aquella vez que tomaste las riendas de la conversación en una reunión de trabajo para explicar tu proyecto.
Recuerda en positivo, pero también dale la vuelta a ese pensamiento. Me explico. Si una de tus creencias limitantes te dice que nunca acabarás un maratón, imagínate a ti mismo llegando a la línea de meta con los brazos en alto con una gran sonrisa en tu cara y la satisfacción de haber cumplido uno de tus sueños.
La mente humana es maravillosa y es capaz de transformarnos profundamente si creemos en algo de manera genuina. Elabora una lista de afirmaciones positivas y repítete a ti mismo todos los días aquello que quieres llegar a ser. Si tu objetivo es conocer a personas nuevas, repítete a diario frases como “disfruto conociendo a gente nueva”, “me encanta hablar con otras personas”, “a los demás les encanta hablar conmigo”, “soy carismático”… Elabora esa lista y repítela en voz alta dos veces al día, por la mañana y por la noche. Verás que el resultado es asombroso.
Pero nada de esto sirve si no tomas acción. Si tu objetivo es conocer a otras personas, por seguir con el mismo ejemplo, sal a la calle y hazlo. Acércate a los demás, sonríe, saluda y comienza a hablar con ellos. Puedes comenzar con personas que están más acostumbradas a hablar con desconocidos, como el camarero que te sirve el café por las mañanas, la persona que te atiende en la frutería de tu barrio… y poco a poco ve acercándote a otras personas de fuera de ese entorno.
Toma acción. Es uno de mis mantras.
Lista tus éxitos
Estoy convencido de que piensas que has caminado por la vida de fracaso en fracaso. Crees que no has hecho nada bueno y que no has aportado un impacto positivo en nada ni en nadie.
Eso es lo que cree tu mente; ése es el objeto mental que ha creado tu falso yo, pero que dista mucho de la realidad. Te animo a que hagas el siguiente ejercicio: toma papel y lápiz y anota todos sus éxitos, desde el más insignificante hasta el más elevado. Tómate el tiempo que necesites.
¿Has terminado una carrera universitaria y eso te hizo sentir bien? Anótalo. ¿Te encargaste de organizar una fiesta de cumpleaños con éxito? Apúntalo. ¿Fuiste elegido o elegida para representar a tu clase en alguna actividad? Escríbelo. Apunta todo lo que te hizo sentir bien y que consideraras como un éxito en ese momento.
Piensa también en las cualidades que te hicieron conseguir esos éxitos. Si has terminado una carrera universitaria podría explicarse por el hecho de que eres una persona capaz de conseguir objetivos a largo plazo; si fuiste elegido para organizar una fiesta de cumpleaños o para representar a tus compañeros quizá fue porque los demás te consideran una persona responsable, con actitud positiva y resolutiva.
Elabora esas listas y descubre en qué cosas eres realmente bueno. Te sorprenderás a ti mismo o a ti misma. Descubrirás que eres más inteligente, audaz, responsable, atractivo o atractiva de lo que imaginas.
No te marques objetivos
Intenta poner en práctica todos estos consejos pero no te marques objetivos específicos. Conócete, profundiza en tu interior, actúa, mejora tu apariencia física, descubre tus puntos fuertes y sal a la calle a demostrar de lo que eres capaz.
Los objetivos son un arma de doble filo que podrían tener una consecuencia negativa en tu mejora de la confianza y la seguridad. Imagínate que tu objetivo es correr un maratón en menos de 3 horas y no lo consigues. Pasa el tiempo pero ves que no superar ese límite que te has marcado como meta.
En un caso como éste, establecer un objetivo, sobre todo si es muy ambicioso, puede convertirse en un grave problema, porque lo que conseguirá es el efecto contrario. Si tienes baja confianza, te marcas un objetivo y no lo cumples, eso sólo conseguirá frustrarte aún más y que amplifiques tu creencias limitantes.
En lugar de eso, ponte micro-objetivos que dependan directamente de ti. No digas: «voy a correr un maratón en menos de tres horas» porque no sabes si podrás hacerlo. Ponte objetivos del tipo «voy a salir a correr cuatro días todas las semanas». Esto último está en tu mano y te hará sentir bien si eres capaz de hacerlo.
No te pongas objetivos inalcanzables. Trabaja cada día, da un paso en la dirección correcta todos los días y actúa aunque no te sientas confiado. Esa es la clave. Actúa a pesar del miedo. Porque cuando seas capaz de actuar a pesar de ello, la seguridad y la confianza aparecerán con más fuerza que nunca.
No esperes a tener confianza para actuar. Actúa y te convertirás en una persona con confianza.
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