¿Cuántas veces has dicho empiezo mañana, el lunes o el mes que viene y finalmente nunca ves el momento? Efectivamente, estás procrastinando. Pero, ¿qué es procrastinar? ¿Qué significa?

Procrastinar es un concepto que significa que retrasas tareas importantes y a cambio te dedicas a perder el tiempo en otros asuntos. El resultado es que al final te agobian las prisas, terminas haciéndolo mal y tarde y con una dosis extra de ansiedad.

La procrastinación es tan tentadora como mortal. El “lo haré más tarde” ha guiado la carrera de muy buenos empleados. Después de muchos “más tarde”, el trabajo se acumula sobre la mesa y algunas tareas empiezan a convertirse en insuperables. Esto nos hace volver a aplazar las tareas, aumentando nuestro malestar y alejándonos cada vez más del trabajo terminado. Es como una bola de nieve que va creciendo conforme baja la pendiente.

Los grandes procrastinadores, también son grandes trabajadores, que dedican horas y horas a su trabajo, pero simplemente dedican su tiempo a tareas equivocadas. A veces porque no entienden la diferencia entre urgente e importante, piensan que lo están haciendo genial por que reaccionan rápido.

Otras veces por que se dejan conducir por otros, y otras por simple aburrimiento o desmotivación, el caso es que dejan de hacer tareas importantes a pesar de los desagradables resultados que puede traer esto.

Causas de la procrastinación

Una de las causas más comunes de la procrastinación es sentirse abrumado por las tareas. Puedes no saber qué hacer, o incluso dudar de si tienes las herramientas, habilidades y competencias suficientes para realizarlas.

Algunas de las causas más frecuentes de la procrastinación son las siguientes:

  • Esperar el momento y el modo adecuado para hacer frente a una tarea importante.
  • Miedo al fracaso o al éxito.
  • No tener capacidad de decisión (ni herramientas necesarias).
  • Perfeccionismo.
  • Parálisis por análisis.

Si retrasamos las tareas hasta agotar los plazos, ya sea estudiar para un examen, empezar una dieta, redactar un informe o ir a comprar, nos podemos encontrar en una de estas situaciones:

Apatía

Te da igual todo, no sientes ninguna motivación que te mueva a nada. Puede ser que te sientas triste o que te falte algún nutriente básico. Si has descartado problemas de salud y lo que tienes es vaguería pura y dura, la mejor cura es moverte. Cuanto menos activo eres, menos actividad pedirá tu cuerpo. Primero muévete, las ganas vendrán solas.

Perfeccionismo

Si eres de los que no se conforman con hacer las cosas a medias es probable que te paralices ante tareas nuevas o ante las que no te consideras un experto. Tranquilo, la práctica hace al maestro. Trabaja tu baja tolerancia a la frustración, no seas tan duro contigo mismo.

Miedo al éxito

Al igual que puede haber miedo al fracaso, también lo hay al éxito por diferentes motivos, porque piensas que te va a cambiar, porque tienes ideas erróneas sobre las personas con éxito o temes que eso te traiga más responsabilidades.

Adicción a las listas de tareas

Te pasas más tiempo planeando que haciendo, pero claro si los proyectos no salen del papel no sirven de nada. ¿Vas a dejar que todo ese montón de buenas ideas y proyectos se queden en tinta? Venga, date el gustazo de ir tachando tareas según las termines, ya verás como eso también engancha.

La procrastinación es adictiva, en serio, tu cerebro recibe pequeños chutes de dopamina cuando antepones una tarea placentera a corto plazo (ver la tele, perderte en las redes sociales, comerte un helado…) por encima de otra que te dará satisfacción a más largo plazo (estudiar, redactar un informe, comer sano…). Es decir, que cuanto más retrasas tus tareas importantes, más fácil es que las sigas retrasando.

¿Cómo dejar de procrastinar?

  1. Reconocer que ciertamente estás dilatando ciertas tareas. Tenemos el poder y el control para combatir este destructivo hábito, si reconocemos cuándo nos andamos con dilaciones, entendemos qué está sucediendo y tomamos medidas activas para manejar nuestro tiempo y nuestros resultados.
  2. Tú tienes el control. No hay duendecillos en casa que te escondan el libro para estudiar, ni un troll en el trabajo que te bloquee los datos del informe que tienes que presentar, además piensa que cuanto antes termines, por muy aburrida que te parezca la tarea, más tiempo tendrás para disfrutar de hacer lo que te apetezca o ¿Realmente disfrutas por completo viendo la tele mientras sabes que aún te queda mucho por estudiar? No lo creo.
  3. Piensa en las consecuencias. Toda acción trae una consecuencia, piensa en ella y en los beneficios que la acompañan, compara dos tareas y saca tus propias conclusiones (mirar el facebook vs ir al gym, ver una peli vs estudiar, por ejemplo).
  4. Divide y vencerás. Es posible que te abrume la magnitud de una tarea, prueba a dividirla en pasos más pequeños, te será más fácil abordarla y sentirás que avanzas.
  5. Prémiate. No sólo cuando hayas terminado por completo, si la tarea es larga; márcate pequeños items y date un incentivo cuando lo consigas.
  6. Sincérate. No te engañes y sé consciente de en qué gastas tu tiempo, no le eches la culpa a nada ni a nadie. Si eres honesto/a contigo mismo, sabrás cuando está ocurriendo esto. Pero tienes que tener muy claro cuáles son tus prioridades, ya que el atrasar una tarea puede ser una buena priorización según el momento. Estos indicadores te pueden servir de medida:
    1. Llenar tu día de tareas de baja prioridad: leer mails o solicitudes pendientes de contestar sin hacer nada con ellos.
    2. Sentarte a hacer una tarea importante, e inmediatamente levantarte a por un café o hacer algo que se te había olvidado (quizás ni urgente ni siquiera importante).
    3. Dejar cosas pendientes en tu lista de cosas por hacer, aunque sabes que es importante.
    4. Centrarte en tareas rutinarias y seguir posponiendo las importantes.

Pequeñas acciones marcan la diferencia. Empieza ya, así a lo loco, sin ser lunes ni nada. No infravalores los pequeños ratitos que puedes emplear en una tarea. Estudiar 30 minutos es mejor que no estudiar nada, bajarte una parada antes del autobús cada día es mejor que no caminar en absoluto.

Si el trabajo te abruma, siempre puedes descomponerlo en tareas más pequeñas y fáciles de abarcar en poco tiempo. Una vez terminadas, te sentirás con más fuerza para seguir con las siguientes.

Para dejar de procrastinar necesitas darte cuenta de verdad lo que estás haciendo (tomar conciencia de la situación), entonces identificar el por qué y tomar las medidas adecuadas para solventarlo. Y sobre todo, recuerda regularmente las horribles consecuencias que puede tener el no afrontar y hacer las tareas rutinarias, pesadas y aburridas.

Ahora qué sabes qué es procrastinar y cómo dejar de procrastinar, ponte manos a la obra, verás los resultados de manera inmediata y te sentirás mucho mejor contigo mismo.